El activo más valioso de una empresa son sus empleados, también en el ámbito de la eficiencia energética. Al fin y al cabo, ¿quién conoce mejor, en cada departamento y cada rol que los mismos ‘derrochadores de energía’? Téngalo por seguro: Solo con esta experiencia práctica colectiva usted podrá aprovechar plenamente sus altos niveles potenciales de ahorro.
Una vez establecidas las metas y medidas, es el momento de implementarlas en una fase temprana y ante el reto y este primera etapa, también hay razones de peso para incorporar a la plantilla. Porque únicamente las personas a las que se les da la oportunidad de contribuir activamente en el cambio sienten que se las toma en serio y están dispuestas a cambiar su propio comportamiento. Aquí le ofrecemos cinco ejemplos de cómo implicar con éxito a su personal:
Para que sus empleados se comprometan con un objetivo, tienen que estar convencidos de que es algo necesario. Por tanto, usted debe ser capaz de responder a las siguientes preguntas:
La experiencia nos enseña que lo que más convence a los empleados es una combinación de motivaciones intrínsecas y extrínsecas. Así, las razones para aumentar la eficiencia energética van desde la necesaria reducción de costes para seguir siendo competitivos hasta la disminución de la huella de carbono con el fin de preservar el mundo para las generaciones futuras.
Contribuye también a la motivación personal hacer tangible la capacidad de cada empleado para influir en el consumo energético de la empresa; por ejemplo, señalando los potenciales de ahorro en cada sección o equipo de trabajo.
El éxito del ahorro energético depende del comportamiento de todos los directivos, incluida especialmente la gerencia. Porque son ustedes los que dan orientación a los trabajadores. Al fin y al cabo, si alguien exige algo a los demás, no debe eximirse a sí mismo, de lo contrario perderá credibilidad. Por tanto, es absolutamente esencial que usted mismo sea un ejemplo para los demás con un comportamiento energéticamente eficiente en el día a día de la empresa.
La dinámica de grupo en los equipos de trabajo es crucial para poner en marcha un proceso de cambio. Lo normal es mirar primero cómo se comportan los compañeros. Por tanto, conviene identificar a los promotores de las medidas de ahorro energético para que sirvan potencialmente de multiplicadores, y ganar para la causa a los líderes de opinión de la plantilla. También es posible, por ejemplo, ofrecer incentivos a empleados que sean especialmente respetados entre sus colegas, tanto profesional como personalmente, y nombrarlos ‘mentores energéticos’. Ellos podrían actuar como personas de contacto, explicando las medidas de ahorro energético a sus colegas y dándoles consejos sobre cómo aplicarlas.
Si un individuo quiere cambiar patrones de comportamiento arraigados, tardará hasta 60 días en hacerlo. Para las organizaciones, este periodo es mucho más largo. Por eso, para mantener el proceso de cambio en marcha, hay que dar nuevos impulsos con regularidad e informar sobre los progresos alcanzados. Asegúrese también de que el flujo de información funcione en todas las direcciones. Solo así le llegarán las sugerencias o preocupaciones de todas las partes involucradas. Al final, el intercambio continuo dentro de cada equipo y entre todos ellos ayuda a transmitir conocimientos y a superar conjuntamente los retos.
Siguiendo el lema ‘lo que no se mide se olvida’, recomendamos mostrar diariamente el consumo y el ahorro de energía actuales (en kWh o en euros) en un diagrama y presentarlos, por ejemplo, en pantallas informativas a la vista de todos. Así, sus empleados conocerán de un vistazo cuál es la situación actual de la empresa.
La carrera por la eficiencia energética es una maratón. Por eso, es importante que formule repetidamente objetivos intermedios alcanzables a corto plazo. También hay que celebrar las victorias de cada etapa; por ejemplo, en un acto de empresa. Esto mantiene alta la motivación y demuestra que el esfuerzo merece la pena. Finalmente, a pesar de la seriedad del tema, no olvide la parte lúdica. En este sentido, una idea es estimular el espíritu deportivo con concursos y competiciones de ahorro de energía.
Involucrar a toda la plantilla puede ser un auténtico desafío, pero vale la pena asumirlo. Plantándole cara, además de contribuir de forma importante a proteger el medio ambiente, ahorrará costes. Al mismo tiempo, entusiasmará a sus empleados y aumentará su satisfacción e identificación con la empresa.
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