23/04/2019
Es 23 de abril, día mundial del libro declarado por la UNESCO en 1995, y nos apetecía reflexionar sobre lo que significa “un libro” para nuestra sociedad y qué sensaciones tiene nuestro sector frente a la creación de este excelso icono.
Se da la coincidencia que un 23 de abril murieron y nacieron grandes escritores, como Cervantes, Shakespeare, Garcilaso de la Vega o Josep Pla. Pero lejos de coincidencias, la importancia de un libro no reside en su contenido, sino en su capacidad vehicular. “Escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol”. Encabezando ese trinomio de actos esenciales se encuentra este venerado objeto, protagonista de revoluciones y elemento de culto, vehículo cultural, contenedor de reflexiones y compañero de soledades, viajes y tardes de lluvia.
Cuando nos paramos a pensar en una sociedad como la nuestra, llegamos a la conclusión de que seríamos capaces de imaginarnos un “Hoy” sin coches o sin televisión, pero difícilmente podríamos pensar en un “Hoy” sin libros impresos.
Es cierto que trasladar contenidos y mensajes sobre soportes físicos existe desde tiempos inmemoriales. Papiros, pergaminos y losas hicieron su labor, muchos conservándose hasta nuestros días, y han conseguido explicarnos nuestro pasado. Pero es en aquel 1450 cuando el amigo Gutenberg da el salto cuantitativo y cualitativo y pone a disposición de la modernidad su gran invento: la imprenta.
Hoy, el libro impreso ya ha demostrado que sigue teniendo validez y que se mantiene en forma. De bolsillo, encuadernaciones de lujo, ensayos, docencia, relatos prohibidos o cuentos infantiles. Es muy difícil no encontrar nuestro libro entre las estanterías de una librería o entre los mil títulos ofertados en una plataforma digital. Pero hay libros que han sido pensados, escritos, diseñados e impresos con la clara voluntad de convertirse en libros de culto, papeles especiales, contenidos novedosos y opiniones que pretenden romper esquemas. Hay libros que nacen y llegan a nuestras manos para generar sensaciones y envejecer con nosotros. Detrás de estas obras, hay ilusiones, creaciones brillantes, espiritualidad y mucho trabajo, pero también la labor de grandes profesionales de la impresión que los hacen posibles y que en definitiva les dan vida.
A tinta abierta
Hemos querido preguntar a Montserrat González, Directora general de AGPOGRAF, Barcelona, y a Manuel Domínguez, Jefe de Taller de Impresión de Palermo Artes Gráficas, Madrid, cómo sentían la creación de un libro. Ambos, veteranos en el bello arte de la impresión editorial, nos dicen lo siguiente:
“Para quienes amamos los libros”, comenta Montserrat González, “el placer que nos aportan es multisensorial: el tacto del papel, la visión del diseño, las imágenes, la impresión... Poder escuchar el sonido del papel cuando se pasan las páginas, oler el papel, la tinta... Y luego "devoramos" su contenido con ganas de tener otro en las manos en breve. Un impresor que disfrute con su oficio trabaja para conseguir que no falle nada en este proceso multisensorial.”
Manuel Domínguez, compara elocuentemente la buena impresión con la buena cocina: “¿Que diferencia existe entre un libro que esté bien impreso y otro que esté mal realizado? La misma que entre una paella que esté bien cocinada y otra que esté mal hecha. Aunque los ingredientes sean los mismos, el resultado difiere notablemente. Como profesional de la impresión de libros, estimo que para conseguir un resultado excelente es imprescindible el conocimiento técnico, la responsabilidad y, sobre todo, el amor por el trabajo bien hecho. Cuando todo esto se produce de forma harmónica, el lector de libros lo disfruta, aunque no sea consciente de ello”.
No tiene sentido caminar solo
Para celebrar un día en el que todos los aquí presentes nos sentimos especiales, Heidelberg ha querido hacer un guiño al pasado y, de la mano del mito del Minotauro y la madeja de hilo rojo, ha querido recordar a sus clientes que con Heidelberg siempre podrán encontrar el camino de vuelta. Una vuelta a las ideas, a los proyectos, a la imaginación, y también una vuelta a los libros.
Impreso con la versátil Versafire EV, el díptico contiene un punto de libro que podrán utilizar para no perder el rumbo de su lectura, una madeja de hilo rojo que les permitirá volver siempre al Punto de partida.
Solo nos queda felicitar a todo el sector gráfico por el trabajo bien hecho y a cada uno de nosotros porque un nuevo día del libro siempre es una nueva oportunidad. Una oportunidad para descubrir nuevos títulos y disfrutar de trabajos de creación, impresión y encuadernación bien hechos.
23/04/2019
Es 23 de abril, día mundial del libro declarado por la UNESCO en 1995, y nos apetecía reflexionar sobre lo que significa “un libro” para nuestra sociedad y qué sensaciones tiene nuestro sector frente a la creación de este excelso icono.
Se da la coincidencia que un 23 de abril murieron y nacieron grandes escritores, como Cervantes, Shakespeare, Garcilaso de la Vega o Josep Pla. Pero lejos de coincidencias, la importancia de un libro no reside en su contenido, sino en su capacidad vehicular. “Escribir un libro, tener un hijo y plantar un árbol”. Encabezando ese trinomio de actos esenciales se encuentra este venerado objeto, protagonista de revoluciones y elemento de culto, vehículo cultural, contenedor de reflexiones y compañero de soledades, viajes y tardes de lluvia.
Cuando nos paramos a pensar en una sociedad como la nuestra, llegamos a la conclusión de que seríamos capaces de imaginarnos un “Hoy” sin coches o sin televisión, pero difícilmente podríamos pensar en un “Hoy” sin libros impresos.
Es cierto que trasladar contenidos y mensajes sobre soportes físicos existe desde tiempos inmemoriales. Papiros, pergaminos y losas hicieron su labor, muchos conservándose hasta nuestros días, y han conseguido explicarnos nuestro pasado. Pero es en aquel 1450 cuando el amigo Gutenberg da el salto cuantitativo y cualitativo y pone a disposición de la modernidad su gran invento: la imprenta.
Hoy, el libro impreso ya ha demostrado que sigue teniendo validez y que se mantiene en forma. De bolsillo, encuadernaciones de lujo, ensayos, docencia, relatos prohibidos o cuentos infantiles. Es muy difícil no encontrar nuestro libro entre las estanterías de una librería o entre los mil títulos ofertados en una plataforma digital. Pero hay libros que han sido pensados, escritos, diseñados e impresos con la clara voluntad de convertirse en libros de culto, papeles especiales, contenidos novedosos y opiniones que pretenden romper esquemas. Hay libros que nacen y llegan a nuestras manos para generar sensaciones y envejecer con nosotros. Detrás de estas obras, hay ilusiones, creaciones brillantes, espiritualidad y mucho trabajo, pero también la labor de grandes profesionales de la impresión que los hacen posibles y que en definitiva les dan vida.
A tinta abierta
Hemos querido preguntar a Montserrat González, Directora general de AGPOGRAF, Barcelona, y a Manuel Domínguez, Jefe de Taller de Impresión de Palermo Artes Gráficas, Madrid, cómo sentían la creación de un libro. Ambos, veteranos en el bello arte de la impresión editorial, nos dicen lo siguiente:
“Para quienes amamos los libros”, comenta Montserrat González, “el placer que nos aportan es multisensorial: el tacto del papel, la visión del diseño, las imágenes, la impresión... Poder escuchar el sonido del papel cuando se pasan las páginas, oler el papel, la tinta... Y luego "devoramos" su contenido con ganas de tener otro en las manos en breve. Un impresor que disfrute con su oficio trabaja para conseguir que no falle nada en este proceso multisensorial.”
Manuel Domínguez, compara elocuentemente la buena impresión con la buena cocina: “¿Que diferencia existe entre un libro que esté bien impreso y otro que esté mal realizado? La misma que entre una paella que esté bien cocinada y otra que esté mal hecha. Aunque los ingredientes sean los mismos, el resultado difiere notablemente. Como profesional de la impresión de libros, estimo que para conseguir un resultado excelente es imprescindible el conocimiento técnico, la responsabilidad y, sobre todo, el amor por el trabajo bien hecho. Cuando todo esto se produce de forma harmónica, el lector de libros lo disfruta, aunque no sea consciente de ello”.
No tiene sentido caminar solo
Para celebrar un día en el que todos los aquí presentes nos sentimos especiales, Heidelberg ha querido hacer un guiño al pasado y, de la mano del mito del Minotauro y la madeja de hilo rojo, ha querido recordar a sus clientes que con Heidelberg siempre podrán encontrar el camino de vuelta. Una vuelta a las ideas, a los proyectos, a la imaginación, y también una vuelta a los libros.
Impreso con la versátil Versafire EV, el díptico contiene un punto de libro que podrán utilizar para no perder el rumbo de su lectura, una madeja de hilo rojo que les permitirá volver siempre al Punto de partida.
Solo nos queda felicitar a todo el sector gráfico por el trabajo bien hecho y a cada uno de nosotros porque un nuevo día del libro siempre es una nueva oportunidad. Una oportunidad para descubrir nuevos títulos y disfrutar de trabajos de creación, impresión y encuadernación bien hechos.